Vemos a la enfermedad como una respuesta biológica a un alto estrés o situación dramática, inesperada, vivida sin una expresión adecuada, con sensación de soledad, sin solución. Cuando los niveles de estrés superan el límite de lo tolerable, es el cerebro el que dará una respuesta de adaptación o supervivencia brindando una respuesta biológica que llamamos “enfermedad”. Esto que llamamos enfermedad no es más que una impronta, una ruta de conexiones nerviosas que se activan en situaciones que vivimos que guardan algún tipo de relación con un conflicto experimentado anteriormente.

El paciente llegará con un motivo de consulta actual, lo que llamamos “situación conflictual desencadenante” y esto guardará similitud con otra vivencia de la infancia o temprana adolescencia denominada “conflicto programante”. Esta memoria de estrés se guarda en el cuerpo a través de sensaciones corporales.  Es decir que se da una ruptura del nexo que existe entre esa vivencia primaria que se guarda en el cuerpo sin palabras y la vivencia actual. En ambas sentiremos el mismo estrés y la descodificación nos permitirá encontrar ese puente para unirlas y desactivar así el problema que guardó esa memoria de dolor.